Ante la sorpresa, el descontento y desconcierto general por la reposición de playas con arena fangosa de los ríos, que convierte a nuestras costas en lugares inhóspitos para los bañistas, autóctonos o foráneos, o la paralización del Plan General de Ordenación Urbana, solo cabe pensar que estos disparates no son accidentales, que constituyen una bien urdida estrategia de acoso y derribo de la fortaleza malagueña. Una escaramuza más en el asalto a un bastión político contra el que no se duda en emplear las antiguas medievales de asedio, adaptadas a los tiempos modernos, talando los árboles (bloqueo del plan de ordenación urbana), salando los campos (embarrando las playas) o desmoralizando a los habitantes de este antiguo paraíso que era Málaga con una estrategia de tierra quemada.
La Junta de Andalucía ha dado, según mi criterio personal, amplias muestras de antagonismo contra nuestros dirigentes municipales, a los que tampoco los veo como modelos de equidad, tratando de ningunearlos en los actos públicos, sin importarle los posibles 'daños colaterales' que sufrimos los que nos vemos inmersos en esta lucha cainita, que ni nos va ni nos viene, pero nos fastidia y nos arruina. Para luego, eso sí, hablar de lealtad institucional. Ha empleado la ley del embudo, negando la posibilidad de construir por encima de la ronda en Málaga mientras que la propia Junta ha promocionado el regar de bloques los montes en Rincón de la Victoria, por encima de la autovía. Ha negado la necesidad de un nuevo hospital, para luego admitirla, pero desechando cualquier sugerencia que pudiera hacer la autoridad municipal en cuanto a su posible ubicación y dejando transcurrir el tiempo suficiente como para presentar esta iniciativa como propia.
Creo que la clase política en general, en su endiosamiento, ha perdido el norte y se ha olvidado que está donde está y para lo que está, por nuestros votos, y que tiene la misión de hacernos la vida más llevadera. Sin amargarnos.
La Junta de Andalucía ha dado, según mi criterio personal, amplias muestras de antagonismo contra nuestros dirigentes municipales, a los que tampoco los veo como modelos de equidad, tratando de ningunearlos en los actos públicos, sin importarle los posibles 'daños colaterales' que sufrimos los que nos vemos inmersos en esta lucha cainita, que ni nos va ni nos viene, pero nos fastidia y nos arruina. Para luego, eso sí, hablar de lealtad institucional. Ha empleado la ley del embudo, negando la posibilidad de construir por encima de la ronda en Málaga mientras que la propia Junta ha promocionado el regar de bloques los montes en Rincón de la Victoria, por encima de la autovía. Ha negado la necesidad de un nuevo hospital, para luego admitirla, pero desechando cualquier sugerencia que pudiera hacer la autoridad municipal en cuanto a su posible ubicación y dejando transcurrir el tiempo suficiente como para presentar esta iniciativa como propia.
Creo que la clase política en general, en su endiosamiento, ha perdido el norte y se ha olvidado que está donde está y para lo que está, por nuestros votos, y que tiene la misión de hacernos la vida más llevadera. Sin amargarnos.
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